Deja que se acerque, deja que te acaricie, deja que te envuelva.
Deja
que ese maravilloso amor que nace en tu interior se acerque y te abrace.
Quédate quieto... muy, muy quieto.
No te escondas en un rincón,
en una idea, en un sueño. Sitúate en la calle más
ancha, en medio del cruce más transitado.
Quédate a la vista,
y quédate muy quieto.
No finjas haber desaparecido.
Este no es el momento... Cualquiera
de los días que se te dan, es un día en el que puedes visitar
la ciudad del corazón y no es momento de hacerte el tímido.
No.
Es momento de estar visible, de estar tan presente como tu
vida, como tu aliento. Estar presente.
Tu existencia está a la luz, no escondida bajo una
roca en la montaña.
No se esconde bajo la hierba en medio de un
frondoso bosque.
Está aquí, es una clara realidad. Tu búsqueda
también es clara, siempre lo ha sido... y sigue persiguiendo su
anhelo.
Y la magia más magnífica, el mayor de los milagros
ha tenido lugar: se te ha dado la vida.
Se te ha dado la vida para que esto pudiera ocurrir. Para
que esto pudiera manifestarse.
¿Qué es esta vida? No la menosprecies.
¿Qué es
esta existencia? Te diré lo que es esta existencia.
Es bastante
especial. ¿Sabes por qué? Porque es un puente; es un puente
increible entre lo finito y lo infinito.
Aquí es donde ocurre. Aquí es
donde los dos se encuentran.
Este es el umbral donde ambos pueden encontrarse, donde
lo inmortal puede experimentar la inmortalidad.
No hay ningún otro
lugar.